Yeshu: su ego y megalomanía
Yehoshua (Yeshu): su ego y megalomanía
Todos los seres humanos en cierta medida sufrimos de picos de ego, tenemos complejos, temores, nos sentimos inferiores en algo y superiores en otra cosa… es parte de la naturaleza humana y allí radica nuestro impulso por refinarnos (mejorar los aspectos negativos que tenemos). Yeshu no fue la excepción, pero la diferencia es que el Ego de Yeshu rayó con un comportamiento psicótico y se volvió el motor detrás de los cristianos y sus misioneros. Éstos predican supuestamente un Yeshu bueno, ético, predicador itinerante del amor y la paz… es la cara que usan para atraer a judíos (y no judíos).
Queremos advertir a todo judío que no crea en las palabras misionera. Ése Yehoshua no es un ejemplo de mansedumbre, ni mericordia, amor o paz. El Yehoshua (Yeshu) de los cristianos, nazarenos y natzratim (neo-testigos de j-ová hebraizados) fue un falso mesías y un seductor. En este artículo compararemos porciones de sus libros a la luz de los conceptos psicológicos del Dr. Adler y descubriremos uno de los desórdenes psicológicos de este personaje: complejo de superioridad.
Cuenta el Talmud sobre él: “un impúdico”. Explica Rabi Eleazar que significa que era un mamzer (bastardo, hijo de una relación prohibida). En el relato del Talmud se dice que Yehoshua no respetaba a los rabinos, ¿la razón de esta conducta? Rabi Akiva sostuvo que era de esperarse pues los “bastardos e hijos de la impureza” actúan así. [Talmud, masejet Kala, ed. Koronel, pág. 18].
Este hecho es el mismo que el Sefer Toldot Yeshu registra como la raíz de su sentimiento de inferioridad (no expresado externamente):
2:7 Por lo que condujo a la investigación de los antecedentes de Yeshu y encontraron al Raban Shimeon Ben-Shetaj, quien les dijo que Yeshu era un hijo ilegítimo de Yosef Pandira, y después Miriam admitió lo sucedido…
4:1 Entonces Yeshu fue a Beit-Lejem (Belén) donde recolectó a trescientos diex hombres jóvenes de Israel y se proclamó Mashiaj (mesías) e Hijo de D-s.
4:2 Y acusó a los que hablaron sobre su nacimiento… sino que deseó que hablaran de él con grandeza.
El Ego y la Megalomanía de Yeshu en el libro de Lucas:
El ser bastardo pudo ser el desencadenante del Complejo de superioridad en Yeshu, haber sido descubierto como mamzer (bastardo, hijo ilegítimo) y tener que huir a Galilea avergonzado (Sefer Toldot Yeshu 2:8). Según el sustento del Dr. Adler, el complejo de superioridad sería un mecanismo inconsciente que usó Yeshu para tratar de compensar su sentimiento de inferioridad al verse apenado frente a todos.
Los evangelios (avongelion), cuidadosamente editados para servir a los deseos del ego, cambiaron lo que nos comenta el Sefer Toldot Yeshu (2:4-8, los sabios descubrieron que era mamzer al investigarle por haberle escuchado hablar mal de Moshe Rabenu) y lo trataron de compensar creando el mito de “el niño sabio de 12 años que fue al Templo y maravilló a los sabios” (Lucas 2:41-52).
Esta fue la semilla que explica el por qué el libro que más se riega en mitos y fantasías de nacimiento es el libro de Lucas (libro del cual continuaremos exponiendo y a quien los neo testigos de jehová hebraizados (natzratim) le cambian el nombre por “Lazar”) [¡Cómo si con eso hicieran de él un buen libro! Pero bueno, el truco de reeditar y hebraizar los libros cristianos les sirve a sus intereses monetarios y de marketing. Imagino al pastor Abdiel Frías sermonando: “Oh, hombres! Os presentamos el lucas original, comprádnoslo o si no descargadlo de internet y sucumbid a las creencias de nuestra nueva denominación cristiana… digo, no somos nuevos ni cristianos, somos originales, viejos, sólo que hasta ahora… mmm… esteeeee… en fin ¿vais a comprarlo o no?!].
Cuando inventa el mito del nacimiento, Lucas, fiel discípulo de su maestro Yeshu a través de Pablo, no ahorra fantasías apoteósicas:
- Su nacimiento es precedido por el de un supuesto profeta, que no sería otro sino su propio primo Juan.
- Sus supuestos parientes son de la dinastía davídica (con cuatro errores: uno, lo pone descendiente de Natan [3:31] lo cual lo excluye de heredar la corona; dos, contradice la genealogía de Mateo; tres, contradice las genealogías del Tanaj [Crónicas y Reyes]; y cuatro, dice que su relación con José es adoptiva, lo que también desestima su supuesto derecho al trono).
- Lo anuncia un ángel
- La prima de su madre dizque casada con un sacerdote de buen rango
- Su madre es alabada como “bendita entre las mujeres” a lo que aparentemente responde componiendo el “Magníficat” (un poema donde ésta “baja sierva” declara que por siempre todas las generaciones deberán referirse a ella como “bienaventurada”. Lc 4:48-49).
Al llegarle su momento de nacer, la misma apoteosis empalagosa se resiste a acabar: los ángeles lo anuncian a pastores, cantan en el cielo sobre su nacimiento. Ocho días después (desmintiendo a Mateo, que lo pone como huyendo a Egipto) le da por hacer de su “presentación en el templo” una epifanía con un viejito (Simeón) y una viejita (Ana) imaginariamente recibiendo a través suyo el cumplimiento del deseo de todas sus vidas y donde el primero –como si fuese un personaje sobreactuado de telenovela latina- se abandona al destino mortal con las palabras: “ahora, señor, despide a tu siervo en paz porque ya mis ojos han visto la salvación.”
Primera nota: vea el lector cómo Lucas evidencia que no era judío (como ya lo quieren poner nazarenos y mesiánicos) sino que cuando cuenta algo típico judío se excluye a sí mismo: “para que muchos de Israel se conviertan al Señor D-s de ellos” (1:16), “los días de la purificación de ellos conforme a la ley de moisés” (2:22), “y enseñaba en las sinagogas de ellos” (4:15).
Todos los relatos de Lucas son por el estilo, hacen énfasis especial en inflar aún más el Ego y la Megalomanía que predicaba Yeshu sobre sí mismo, pues casi todos son propaganda y concluyen imponiéndole fama:
Cuando supuestamente estuvo en la sinagoga de Nazaret (dizque leyendo una haftará que nunca ha sido considerada como tal salvo en el imaginario de Lucas), se proclama a sí mismo como cumplimiento de las profecías, y la gente no lo acepta (primera curiosidad: la gente inmediatamente se refiere a su origen de nacimiento (mamzer, ilegítimo), evento que Lucas edita y por eso en las biblias cristianas tratan de hacerlo pasar desapercibido tapándolo con la sola frase “¿no es este el hijo de José?”). ¿Cómo respondió Yeshu? Con una retahíla de que supuestamente ningún profeta es querido en su tierra, y que como ellos no le hacían caso, era porque no eran dignos… que tal vez otros sí le seguirían la corriente. Todo esto, claro, manipulando a su antojo relatos del Tanaj como el de Naamán y el de la viuda de Zarefat (Sarepta).
En el capítulo 5, cuando supuestamente hace un milagro con un reposo, ¿qué es lo que le pide? Que vaya y se muestre a los sacerdotes “para testimonio a ellos” (v. 14), a lo que Lucas continúa diciendo: “su fama se extendía más y más” (v. 15). Este prepotente y megalómano no se contentó con hacer sus trucos, sino que quiere ser reconocido por ellos. No busca nada, excepto fama, que lo aclamen… todo lo que hace lo pone de propaganda religiosa para catapultar su ego.
Cuando lo ponen un paralítico y la gente murmura en contra suya diciendo que es un blasfemo que se adjudica el lugar de D-s para perdonar pecados, ¿qué es lo que respondió este ególatra? “Pues para que sepáis que el hijo del hombre (Yeshu) tiene potestad en la tierra para perdonar pecados”. Este falso profeta no se excusó de su acto de rebeldía ni por lo menos se inquietó o tuvo la más mínima reflexión o autocrítica, No, sino que se enojó y se autoproclamó como hombre-dios con autoridad para perdonarle a la gente sus pecados.
El ayuno en el judaísmo es un periodo de tiempo usado para reflexionar con el mensaje inherente de que “en estos momentos no es mi cuerpo lo que me mantiene sino mi alma”. Es usado como reflexión y como una medida de aflicción del alma en su búsqueda por mejorar. En Lc 5:33-39 ¿Qué dice sobre qué dijo Yeshu cuando le preguntaron que por qué ni él ni sus discípulos ayunaban como los de Juan o los judíos piadosos? Se enojó y dijo que como ellos lo tenían a él en la tierra en ese momento, que entonces no necesitaban ayunar. ¡Qué ego tan grande! Se creía tan autosuficiente que incluso consideraba que su mera presencia física eximía a los que estuvieran a su lado de realizar actos de piedad y reflexión espiritual.
En el capítulo siguiente (Lc 6:1-5) lo ven violando shabat, recogiendo espigas. Acá no aplica Pikuaj Nefesh (permiso de quebrantar shabat para salvar una vida) como dicen los misioneros… unos minutitos de hambre mientras se llega a casa no matan ni ponen en peligro la vida. ¿Qué responde cuando le preguntan que por qué viola shabat? Se llena de ira, trata –infructuosamente- de hacer como si fuera pikúaj nefesh, pero a sabiendas de lo ridículo de su excusa, termina diciendo que sí, que lo hizo, pero porque “el hijo del hombre es señor del shabat”.
Contento con la seducción que estaba llevando a cabo a fin de extraviar a los hijos de Israel por sus malos caminos, le comenzó a enseñar a la gente sobre sus artes mágicas oscuras y que lo vieran como un fetiche: “y la gente procuraba tocarlo porque salía poder sanador de él” (Lc. 6:19).
Al momento, le dio un ataque extático de arrogancia y se puso a gritar diciéndole a la turba de seducidos que lideraba, que: “bienaventurados seréis… cuando os aborrezcan por cusa del hijo del hombre (Yeshu)”. (Lc. 6:22).
En ese mismo sermón (Lc. 6:46), se dispuso a aumentar el lavado de cerebro de sus seguidores para que le obedecieran fielmente. Actuó como un líder altanero de secta o culto:
“¿Para qué me llamáis señor si no hacéis lo que Yo digo?”.
¿Cómo termina Lucas este largo relato? Con más de lo mismo, ego y búsqueda de fama: “y se extendió la fama de él por toda Judea”. (Lc 7:17).
Cuando Juan envió a sus discípulos a preguntarse sobre si era el mesías o no, este ególatra Yehoshuam, hinchado el ego por su propia altanería, no le quiso responder claramente sino que los despachó de mala gana, les enunció sus “milagros” y los despidió con una petulante frase: “Bienaventurado es aquel que no halle tropiezo en Mí. ” (Lc. 7:23).
Tan envanecido era, que llegaba a un lugar y sólo ponía atención a sus propios honores y requerimientos. Según Lucas (7:44-48), supuestamente cierta vez visitó a un fariseo y cuando vio que lo podía hacer, no se reservó en echarle en cara cómo éste no había cumplido con los honores con los que él creía que le correspondían: “no me diste agua para mis pies… no me diste beso… no ungiste mi cabeza”. Estoy seguro que usted, querido lector, ha sido huésped alguna vez. Es de buena educación y una buena medida de piedad según la Torah, que uno como huésped no se ponga con exigencias ni cargue a sus hospedadores con arrogancias. Si a uno sólo le ofrecen agua, uno recibe el agua con agradecimiento. Si sólo hay una pequeña cama, el justo se conforma con ello y agradece el gesto hospitalario que tienen para con él. Pero Yeshu no fue así. Su mundo giraba en torno a su arrogancia y su falta de agradecimiento.
Continuamos con otra perla de la megalomanía de Yeshu en el libro de Lucas:
En Lc. 8:19-21 comete uno de los más graves pecados: no honrar a sus padres. Dice el relato que mientras él estaba en una reunión llegaron su madre y sus hermanos. Cuando preguntaron por él, ¿qué hizo? Nada. Desconoció en público a su madre y dijo que su madre y sus hermanos en realidad eran los que le hicieran caso a él. Esta actitud es totalmente repugnante para la Torah y la ética judía, pues el Kitzur Shuljan Aruj (cap. 143) enseña a poner en tan alto lugar a la Mitzvá de honrar al padre y a la madre, que incluso manda a que si padre o la madre entran en donde está el hijo, éste debe levantarse para rendirle honores. Un hijo tampoco puede ocupar la silla de sus padres, ni los lugares donde éstos suelen rezar. Uno no debe contradecir las palabras de su padre, ni siquiera corroborar sus palabras en su presencia (puesto esto hace sentir mal al padre, ¿acaso sus palabras serán válidas sólo por la corroboración de su hijo? No, sino que por sí mismas –por ser del padre- ya merecen honor). Un hijo que sea regañado por su padres en público –e incluso que sea humillado y escupido- no debe manifestar malestar ni siquiera en gesto. Incluso si la perona ve a su padre o madre infringiendo la Torah, debe evitar decirles: “estás haciendo mal”, antes debe decirlo como preguntandi “padre/madre, ¿la torah no dice esto y aquello?” a fin de evitar vergüenza a su padre o su madre.
Pero Yeshu no hizo nada de esto, no fue humilde ante su madre que llegó preguntando por él, no acudió a su llamado (la desobedeció) y encima la negó y la puso por vergüenza entre el público (a quien comparó con tanta o igual dignidad como si fueran sus nuevas madres y sus nuevos hermanos). No solo lo hizo así él, sino que aconsejó a otros a no honrar a sus padres: a uno no lo dejó ir a enterrar a su padre (Lc. 9:59-60) y a otro le prohibió incluso despedirse de los de su casa -incluye sus padres, obviamente- (Lc. 9:61-62).
Dice el Kitzur Shuljan Aruj (cap. 143):
“El castigo por transgredirla (la mitzvá de honrar y temer a padre y madre) es muy grande. Y aquel que aflige a sus padres ocasiona que la Shejina [Presencia Divina] se separe de él y duros decretos pendan sobre él, así como muchos sufrimientos… Quienquiera que avergüence a su padre o a su madre, aunque sólo sea con simples palabras o gestos, está incluido entre aquellos a quienes el Todopoderoso ha maldecido.”
En Lc. 9 (v. 23) se relata una de las grandes exclamaciones de Ego y Arrogancia de Yeshu:
“Si alguno quiere venir EN POS DE MI… todo el que pierda su vida POR MI CAUSA, la salvará.”
Para él, él y nadie más es digno de ocupar todo lugar de dignidad entre su gente. A este periodo de orgullo enfermizo es al que pertenecen todas sus famosas frases ególatras que constan en el resto de gilionim, por ejemplo: “yo soy el camino, nadie va al Padre sino por MI”, “yo soy la fuente, el que de MI bebe no tendrá sed jamás”.
Conforme continúa el relato de Lucas, el orgullo y el ego de Yeshu se van apoderando más de la escena, y los episodios de violencia arrogante se hacen más usuales.
Este Falso profeta y Mesit (seductor, instigador) llegó al colmo de ponerse como intermediario entre D-s y los seres humanos, y con voz desafiante amenazó a sus seguidores sobre el peligro de traicionarle so pena de ser maldecirlos cuando estuvieran en el más allá:
“el que se avergüence de MI, de éste me avergonzaré cuando venga en mi gloria” (Lc. 9:26).
Yeshu, sectario, ególatra e irascible, tampoco se contuvo a la hora de cometer abuso psicológico contra sus oyentes y –cual Hitler- usar su retórica para maldecir a quienes no le creyeran o quienes no se dejaran seducir por sus supuestos milagros:
“Ay de ti, Corazín!... Ay, de ti, Betsaida!... el juicio será más tolerable para Sidón que para vosotras! Y tú, Cafarnajum… hasta el Hades serás abatida! … el que me desecha A MI, desecha al que me envió.” (Lc. 10:13-16)
En represalia, ya no se dirige a “su padre” como fuente de poder, sino que se proclama a sí mismo como la autoridad suprema para empoderar a sus discípulos en la realización de brujerías y misticismos de su estilo:
“He aquí, YO OS DOY POTESTAD…” (Lc. 10:19).
Y vuelve a caer en un ataque de éxtasis megalómano:
“En esa misma hora se regocijó en el espíritu, y dijo:… Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo (Yeshu mismo) lo quiera revelar.” (Lc. 10:21,22).
Este es uno de los discursos más largos de Yeshu en el avongelion de Lucas, que va hablando de todo mientras se va regodeando en sus ínfulas y delirios. Luego de un receso, la gota que colmó la copa fue cuando le preguntaron que por qué acababa de comer sin netilat yadaim como fue ordenado por Shelomo, Eliahu hanavi y luego las takanot de Shamai. Yeshu explotó en cólera al verse corregido en público (él lo vio como un desafío) y comenzó a gritar lanzando ayes y maldiciones contra los perushim (fariseos) y los sabios de la Torah.
Podríamos juntos continuar exponiendo mucho más al respecto y llegaríamos a hablar de cómo Yeshu por orgullo calculó incluso sostener el lavado cerebral de sus seguidores en caso de que él fuese muerto, creando un tipo mesiánico que imitara de cierto modo la forma de otro falso mesías de su época que fue una inspiración para él, Simón de Perea, de quien sus seguidores decían que era el “sufriente mesías que resucita al tercer día”; pero nos basta por el momento.
Para concluir, resumimos que Yehoshua/Yeshu fue un instigador a la avodah zarah, un falso profeta y un falso mesías, cuyo ego fue tan grande y tan contundente que dejó marcados a sus seguidores, quienes lo convirtieron con el correr de los siglos en “El Mesías” y algunos incluso lo vieron como un dios encarnado.
Los misioneros continúan predicando una falsa humildad y bondad tomando como modelo a Yeshu, cuando lo que en realidad sucede es que siguen haciendo de ése ego (el de Yeshu) un modelo para el ego de ellos, tratando de seducir a los judíos a creer en ése falso, y así como hizo Yeshu, ahora tratan de censurar, amenazar y dañar a todos los que nos oponemos a su avodah zarah.
El ejemplo de ego y violencia que dejó en sus seguidores:
Mesianicos/nazarenos atacando judíos:
El ejemplo de ego y violencia que dejó en sus seguidores:
Mesianicos/nazarenos atacando judíos:
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